Stray: Un homenaje felino de gran factura

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Desde Ecco the Dolphin, no recuerdo una propuesta donde el protagonista ( en ese caso un delfin) se luzca en su esencia natural, tal y como lo conocemos. Stray va mas allá, no se trata de ponernos en la piel de un gato, se trata de compartir una aventura desde la vigilia y la empatía que se va formando entre el felino y el jugador.

Una aventura poco convencional pero atrapante

En Stray o extraviado, somos testigos en primera fila de una gran aventura felina, con todo lo que esto representa. Si bien al principio no resultará muy estimulante, vas a quedar mas que gratificado cuando reconozcas todas y cada una de las cotidianas virtudes gatunas, hasta valorarlas como nunca lo hiciste.

Nuestra partida comienza en medio de unas instalaciones abandonas, donde la vegetación comienza a imponerse entre las estructuras, ante la ausencia de presencia humana. En medio de una exploración de un grupo de gatos, nuestro michi cae en un abismo, llegando a adentrarse en una pequeña urbe subterránea despoblada, donde literalmente no llega la luz del sol.

No pasará mucho para llegar a una especie de laboratorio donde se topará con un dron con inteligencia artificial llamado B12, que nuestro gato activó mientras merodeaba. Es aquí donde se nos promete llevarnos a la superficie con nuestro clan, siempre que le echemos una mano con su objetivo de recuperar su memoria, lo cual llevará un tiempo.

En us adiestramiento a la ciudad, se muestra como como los acompañantes robóticos de los ya desaparecidos humanos, han creado su propia sociedad, donde solo tienen un enemigo en común, los Zurks, una criaturas que en enjambres devoran todo lo que se les atraviese, sea robótico u orgánico.

La Jugabilidad fluye como un elegante desplazamiento gatuno

Nuestro protagonista representa fielmente todas y cada una de las acciones de un gato promedio, desde frotar las patas sobre diversas superficies para limar su garras, hasta ronronear y maullar. Pero este minino, condicionado por las circunstancias, también podrá mover objetos, empujar latas desde un borde, y llegar a zonas y espacios donde ni el campeón mundial de parkour podría imaginar.

Es la forma en que el gato de Stray discurre por su ciudad limitada lo que realmente impresiona. En el juego se ofrecen acciones sencillas, bien implementados al contexto que muestra fácilmente donde posicionarte o saltar. Si bien desplazarnos puede ser especialmente práctico, son los acertijos donde se cobrarán las facturas del tiempo y distracción. En la mayoria de casos son sencillos, pero por momentos habrá algo más de profundidad. El Head-Up Display pasa casi desapercibido, lo que tendremos otro plus de realismo.

Tanto el dron, el nuevo amigo, y la ciudad, se convierten en 2 elementos fundamentales, y que influyen directamente en la inmersión del juego. B-12 es nuestro interlocutor con los robots, gracias a el nos introducimos en una narrativa eficiente, que impulsa el interés sobre nuestro recorrido.

Más que gráficos engaña mascotas

Desde el primer minuto podemos afirmar que, sin ser un juego de gran presupuesto, tiene todo el mimo y cuidado a nivel visual. La implementación de las físicas y los movimientos, fueron capturados respetando los modos y formas orgánicos. El aspecto de los robots guarda relación con su realidad, donde la resiliencia forma parte de su normalidad. Cada uno lleva sobre el cuello un monitor que muestra sus expresiones a través de una pantalla.

Y que decir de la ambientación, las estrechas calles y todos los recovecos teñidos de una iluminación de neones desfasados e intermitentes, posiblemente agobiantes para un homo sapiens del siglo XXI, pero que se erigen como plataformas claro oscuras especialmente compuestas para provocar una exploración felina.

Stray es mucho más que un paseo gatuno, hay una escenificación bien estructurada, mecánicas especificas y también cuotas emotivas, pero lo más curioso de esta aventura es que no nos hace echar de menos las formulas más clásicas.

En este mundo subterráneo, aunque no lo parezca, todo puede ser llevadero, incluso en los momentos más oscuros, algo que puede ir de la mano con el espíritu y el modus vivendi de un gato, lo que me hace creer que en esta producción también se encierra un homenaje a este compañero de la evolución humana. El juego resulta altamente recomendable, no pinta para una continuación, pero para un pequeño desarrollador como BlueTwelve Studios, el nivel producción de Stray en general resulta ser muy meritorio y prometedor.

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